En 1931, las hermanas gemelas Aurora y Alba Cao, idénticas en todos los aspectos –en la sonrisa, en el cuerpo, en el rostro– llevaban cada día el almuerzo en una pequeña cesta a su padre albañil, Luigi Cao, que estaba construyendo “un pabellón de uvas” en el ciudad de Bento Gonçalves. Era el almacén de la futura cooperativa, donde todos trabajaban juntos.
Los colonos se encariñaron con las chicas y les sirvieron de inspiración a la hora de darle nombre a la asociación. “¿Alba o Aurora?”, se preguntaron y acabaron decantándose por Aurora.
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